La
gran mayoría de los problemas psicológicos se basa en las diferentes formas en
que los distintos psicólogos ven la naturaleza misma de los seres humanos. En
este campo han surgido varias disputas y, aunque muchas se han resuelto, otras
han continuado y siguen en la actualidad. Muchas de estas polémicas nacieron en
los primeros tiempos de la psicología con la aparición, a finales del siglo XIX
y principios del XX, de una serie de escuelas con una visión teórica y
orientación común. El florecimiento de estas escuelas escribió la historia de
la psicología. La reflexión de los filósofos respecto del pensamiento, continuó
hasta el nacimiento de la psicología tal y como la conocemos hoy en día.
El
primer experimento que se considera dentro del campo de la psicología surgió en
1879, cuando Wilhelm Max Wundt (1832
– 1920) y dos jóvenes, intentaban medir los “átomos de la mente”, los procesos
mentales más rápidos y más simples. Se realizó en el primer laboratorio experimental
que estaba situado en Leipzig, Alemania, con un equipo formado por Wundt, desde
entonces denominado como “el padre de la psicología”, y los primeros alumnos
graduados en esta disciplina, donde se medía el tiempo que transcurría entre
que sonaba un sonido y las personas apretaban un botón.
Esta
nueva ciencia de la psicología pronto se organizó en distintas ramas o escuelas
del pensamiento, cada una promovida por pensadores pioneros. Estas hacen uso de
diferentes métodos ya sean la introspección, experimentación, la hipnosis, la
terapia centrada en el cliente o la observación. También podemos hablar del
análisis factorial, los test, modelos computacionales o los sistemas de
medición.
Citamos
a continuación las grandes escuelas consideradas en psicología:
- Psicología del Estructuralismo.
- Psicología del
Funcionalismo.
- Psicología del
Psicoanálisis.
-
Psicología de la Gestalt.
-
Psicología del Conductismo.
-
Psicología del Humanismo.
-
Psicología del Cognitivismo.
PSICOLOGÍA DEL ESTRUCTURALISMO
El
padre de la psicología, Wundt, escribió “Principios
de la psicología fisiológica” (publicado en dos partes en 1883 y 1884)
donde establecía la psicología como una ciencia experimental que utilizaba
métodos derivados de la fisiología.
Poco
después de la inauguración del laboratorio de Wundt, un alumno suyo llamado Edward Bradford Titchener (1867 –
1962), se incorporó a la facultad de la Universidad de Cornell tras haber
recibido su título de doctor en 1892. Para él, el estudio del comportamiento
debía tener tres partes: el estudio de la anatomía del cerebro o Psicología
Fisiológica, el estudio de la función o finalidad del comportamiento o la
Psicología Funcional y por último el estudio del desarrollo humano o la
Psicología Evolutiva. A esto se le llamó el estructuralismo.
Intentaba
descubrir el número de elementos últimos de la mente y ciertas condiciones del
método de la introspección científica. El objeto de estudio de esta escuela era
la conciencia, mediante la introspección autorreflexiva (observación interior),
es decir, pedía que le dijeran: ¿Qué sensaciones tenían? ¿Qué imágenes le
venían a la cabeza? ¿Cómo se relacionaban estos sentimientos con otros? Todo
ello mientras miraban una rosa, escuchaban un metrónomo, olían una fragancia o
saboreaban una sustancia. La mente o
conciencia inmediata no es algo sustancial, sino un proceso. Los elementos
simples e irreductibles sobre los que descansa toda la actividad mental son:
sensación, sentimiento e imagen.
Este
pensamiento de que “hay una sola cosa, y solo una en todo el universo, acerca
de la cual sabemos más de lo que podríamos aprender al partir de la observación
externa” era compartido también por el ensayista inglés C. S. Lewis, ya que
afirmaban que “Nosotros tenemos, por decirlo así, información interna”.
Pero
la introspección utilizada por Titchener requería personas muy expresivas y era
de poca confianza ya que cada introspeccionista describía sus propias
sensaciones de una manera única y personal, existiendo poca fiabilidad entre
los juicos de un observador y otro, y finalmente hizo que el estructuralismo
decayera.
PSICOLOGÍA DEL FUNCIONALISMO
Por
otra parte, el filósofo y psicólogo William
James (1842 – 1910) nacido en Cambridge, se dedicó a ver cómo funcionan los
retos, cómo sobreviven y se adaptan las características de la conciencia.
Pensaba que había que considerar las funciones derivadas de nuestros
pensamientos y sentimientos, lo que llamamos funcionalismo, antes que intentar
armar la estructura de la mente a partir de elementos simples como se creía en
el estructuralismo. Por ello, se convirtió en el primer sistema de psicología
realmente americano siendo a su vez mucho más científico y práctico que el estructuralismo.
Destacamos
a su discípulo John Dewey (1859 –
1952), quien hizo aportaciones indispensables como incorporar la psicología al
darvinismo: la mente y la conducta son funciones adaptativas mediante las que
el organismo realiza los fines de la supervivencia individual y de la especie.
Además de rechazar el asociacionismo atomista y
la psicología del contenido o hacer de la acción o conducta el punto
central de la psicología.
Para
James al igual que Charles
Robert Darwin (1809 – 1882), lo que la conciencia
contiene es menos importante que lo que hace. La conciencia sirve a un
propósito, que es capacitarnos “para considerar nuestro pasado, ajustarlo a
nuestras circunstancias actuales y planear nuestro futuro”. Trabajaba las
exploraciones realistas de las emociones, los recuerdos, la fuerza de voluntad,
los hábitos y el flujo constante de la conciencia. Tiene un gran interés sobre
el modo en que el organismo se adapta al ambiente.
Es
importante recalcar su trabajo de enseñanza en Harvard ya que fue uno de los
más prestigiosos y, sobre todo, su coraje al admitir a Mary Calkins en su
seminario pese a las objeciones del Rector de Harvard y las renuncias por parte
de los estudiantes ya que no querían una mujer en su clase. James siguió
enseñando a Calkins hasta que se convirtió en la primera mujer que debería
haber obtenido el título de doctora que otorgaba la Universidad de Harvard,
pero estos se negaron a dárselo. Pese a esto, se convirtió en una importante
investigadora y en la primera mujer presidenta de la Asociación Norteamericana
de Psicología (APA) en 1905.
Tras
muchos años, se le concedió el honor de ser la primera mujer en obtener el
título de doctora en psicología que otorgaba la Universidad de Harvard a
Margaret Floy Washburn, quien sintetizó la investigación sobre la conducta
animal en “La mente animal” y llegó a
ser la segunda mujer presidenta de la Asociación Norteamericana de Psicología
(APA) en 1921.
PSICOANÁLISIS
Esta
nueva escuela se inició con la obra de Sigmund
Freud (1856 – 1939), quien desarrolló una nueva forma de entender la
enfermedad mental, basada en la técnica del psicoanálisis. Su trabajo supuso la
apertura de un nuevo tipo de conocimiento psicológico, donde se enfatizaba el
análisis de la mente inconsciente y cómo influye el bienestar físico y mental
de una persona.
Los
psicoanalistas afirmaban que sólo somos conscientes de una pequeña parte de la
mente y que la mayoría de los procesos psicológicos importantes que motivan nuestra conducta y
dirigen nuestras emociones, son inconscientes por naturaleza. En la doctrina de
Freud, el inconsciente contiene pensamientos, recuerdos y deseos que están muy
por debajo de la superficie de la experiencia consciente, pero que aún así influye profundamente en la
conducta.
Si
había un trastorno en la parte inconsciente de la mente, producido por un
trauma o conflicto temprano no resuelto, esto podría influir sobre la forma de
actuar de esta persona, quien tendría una conducta irracional e incluso una
enfermedad mental. En personas normales, también la mente inconsciente a veces
puede dar lugar a reacciones irracionales o inadecuadas.
También
descubrió que los sueños de sus pacientes expresaban importantes ideas de las
que no estaban conscientes. Freud integró todas sus observaciones llegando a la
conclusión de que los trastornos psicológicos se debían a los conflictos
personales en el nivel inconsciente. Su teoría psicoanalista trata de explicar
la personalidad, la motivación y los problemas mentales centrándose en los
determinantes inconscientes de la conducta.
El
psicoanálisis proporcionó a los terapeutas otra manera de entender los
problemas humanos , Freud dio la clave para esto ya que dividió la mente en
tres partes: el yo (ego) que tenía una concepción práctica y actuaba como
mediador entre mente y realidad; el ello (id) que eran los impulsos, emociones
y deseos soterrados, que precisaban una gratificación instantánea de todas las
necesidades o deseos; y el superyó (superego), que era el sentido social del
deber y la responsabilidad y la conciencia moral.
El
psicoanálisis se concibe pues, como una terapia basada en el insight que se
centra en la recuperación de conflictos, de motivos y defensas inconscientes a
través de técnicas como la libre asociación y la transferencia.
Su
teoría no logró aceptación inmediata en parte por su carácter polémico, pero el
psicoanálisis de Freud llegó a dominar el campo de psiquiatría durante décadas
cuando Stanley Hall en 1909, invitó a Freud a citar una serie de conferencias
en la universidad de Clark en Massachusetts.
Aunque
el dominio ha ido erosionándose en años recientes, varios métodos
psicoanalíticos siguen evolucionando y ejerciendo su influencia todavía hoy
(Eagle y Wolitzky, 1992; Ursano y Silberman, 1999).
PSICOLOGÍA DE LA GESTALT
Los
psicólogos alemanes que fundaron la escuela de la Gestalt a principios del
siglo XX, Max Wertheimer (1880 –
1943), Kurt Koffka (1886 – 1941)
y Wolfgang Köhler (1887 – 1967), lanzaron la idea de que no son
elementos individuales de la mente los que son importantes (como mantenían los estructuralistas)
sino la “gestalt” que estos elementos conformaban. (Gestalt es un término alemán que significa “forma” o
“configuración”).
Los
psicólogos de la Gestalt se interesaban principalmente por la percepción;
creían que las experiencias perceptivas dependían, por un lado, de los patrones
formados por los estímulos, y por otro, de la organización de la experiencia.
Así, lo que realmente vemos está relacionado con el fondo sobre el que aparece
el objeto y con otros aspectos del patrón general de estimulación. En repetidas
ocasiones los partidarios de esta corriente demostraron que el todo puede ser
mayor que la suma de sus partes.
Entre
los principales intereses de los psicólogos de la Gestalt estaban el de la
percepción del movimiento, del tamaño, y la apariencia del color bajo los
cambios de iluminación. Estos intereses los llevaron a enunciar varias
interpretaciones centradas en la percepción sobre el aprendizaje, la memoria y
la resolución de problemas que ayudaron a sentar las bases para las investigaciones
actuales de la psicología cognitiva.
Los
psicólogos de la Gestalt también ejercieron influencia en los pioneros clave de
la psicología social, incluyendo a Kurt Lewin, Solomon Asch y Fritz Heider, que
se centró en los principios de la Gestat para explicar los fenómenos
interpersonales. De hecho, Asch extendió la idea de la Gestalt según la cual
vemos “todos” en lugar de “partes aisladas”, tanto en el caso más sencillo de
la percepción de objetos como en los casos más complejos de percepción de personas.
Además todos ellos consideraron que imponer significado y estructura a los
estímulos entrantes era un proceso automático y fuera del control consciente.
Este punto de vista de la Gestalt continúa alimentando las investigaciones
contemporáneas sobre la cognición social hasta la actualidad.
Por
tanto, los gestalistas reconocían la importancia de la conciencia; sólo que se
opusieron a considerarla como un conjunto de piezas suelas. Mantenían que el
todo es más que la suma de las partes, un punto de vista que tuvo un especial
impacto en el estudio de la percepción.
CONDUCTISMO
El
estructuralismo y el funcionalismo jugaron un papel importantísimo en el
desarrollo de la psicología, puesto que ambos proporcionaban un enfoque
sistemático. Pero en los primeros años del siglo XX, hizo su aparición otra
escuela del pensamiento que modificó profundamente la evolución de la
psicología.
En
1913, John B. Watson (1878 -1958)
publicó “Psychology from the standpoint
of a behaviorist” (La psicología desde el punto de vista de un
conductista), donde describía sus ideas sobre la nueva dirección que debía
tomar la psicología. Watson consideraba que lo más importante para la
psicología era que debía ser científica: consideraba que la introspección era
demasiado imprecisa y que carecía de objetividad.
Para
que la psicología se convirtiera en una ciencia, Watson creía que la
información psicológica debía estar abierta a la introspección pública, al
igual que la información propia de otras ciencias. La conducta es pública y la
conciencia privada; y la ciencia debía tratar únicamente con los hechos
públicos. Por tanto, proponía abandonar por completo el estudio de la
conciencia para concentrarse en forma exclusiva en las conductas que pueden
observarse de manera directa (ya fuera verbal, actos concretos o incluso
hábitos generales). Watson creía que, limitándose al estudio de la conducta, la
psicología obtendría observaciones que podrían ser verificadas por otros
autores, y que no estarían sujetas al sesgo y la distorsión subjetivos.
Para
Watson el conductismo es una orientación teórica que se basa en el postulado de
que la psicología científica debería estudiar únicamente la conducta
observable, entendiendo como conducta cualquier respuesta o actividad externa
(observable) de un organismo.
Esta
reorientación tan radical de la psicología no termina con la redefinición del
objetivo. Watson adoptó una posición externa ante uno de los puntos más viejos
y fundamentales de la psicología: el problema naturaleza frente a crianza: ¿está
la conducta determinada por la herencia genética principalmente (naturaleza), o
por la experiencia y el ambiente (crianza). Watson se inclinaba por la segunda
opción, la crianza, restando importancia a la herencia, y sostenía que la
conducta se rige primordialmente por el ambiente. De hecho, afirmaba que
tomando una docena de niños y aplicando técnicas de modificación de conducta,
podría conseguir cualquier persona que deseara:
“Dénme una docena de infantes
sanos, bien formados y un mundo especial para criarlos. Les garantizo que
tomaré uno de ellos a azar y lo entrenaré para que se convierta en el tipo de
especialista que yo elija: médico, abogado, artista, comerciante y, claro,
hasta limosnero y ladrón, sin que importen sus cualidades ni sus inclinaciones,
como tampoco sus tendencias, sus capacidades, su vocación ni la raza de sus
antepasados. Estoy yendo más allá de los hechos, lo admito, pero lo mismo han
hecho los que opinan lo contrario y llevan diciéndolo miles de años.” (1924,
p.82)
Watson
y otros partidarios del conductismo explicaban que prácticamente toda
conducta es resultado de un
condicionamiento y que el ambiente modela la conducta reforzando hábitos
específicos. Los conductistas con el tiempo llegaron a pensar que la misión de
la psicología era relacionar las conductas externas “respuestas” con cosas
observables en el ambiente “estímulos” (cualquier señal detectable en el
ambiente).
Con
el tiempo, los conductistas tendían a hablar de los fenómenos psicológicos en
términos de estímulos y respuestas, lo que dio lugar al término psicología
estímulo-respuesta (E-R). No obstante, cabe destacar que la psicología E-R en
sí misma no es una teoría o perspectiva, sino una serie de términos que pueden
utilizarse para comunicar información psicológica.
En
consecuencia, Watson buscó las unidades básicas que conformaban la conducta,
creyendo que se encontrarían en forma de asociaciones simples entre los
estímulos del entorno externo y las respuestas emitidas por el organismo.
Expresó que podía explicar toda la conducta humana, en términos de asociaciones
estímulo-respuesta aprendidas, y que la psicología debería estudiar la forma en
que sucede este aprendizaje.
El
planteamiento de Watson se establece en cinco supuestos fundamentales: el
primero que el aprendizaje es el factor más importante en el entendimiento de
la conducta, por lo que entender el aprendizaje conduciría a comprender las
conductas; el segundo que el aprendizaje procedía de la asociación entre un
estímulo externo y una respuesta conductual; el tercero que sólo aquella
información medible y objetiva podía contemplarse como científica; cuarto que
cualquier proceso mental o interferencia aparentes sobre lo que sucedía dentro
de un organismo debería ser rechazado, ya que lo único que puede observarse
directamente es la conducta de ese organismo; por último, el quinto decía que
toda conducta ya fuera animal o humana, se aprendía d la misma forma.
Condicionamiento
clásico
Las
ideas de Watson encajaron muy bien con la investigación sobre los reflejos
condicionados realizados por el psicólogo Iván Petróvich Pávlov (1849 – 1936),
plasmada finalmente en la teoría del condicionamiento clásico. Esta teoría se
desarrolló mientras Pavlov observaba que los animales tenían una respuesta
refleja frente a estímulos que habían sido aprendidos. En el ejemplo clásico,
Pavlov descubrió que su animal de experimentación salivaba cuando veía a su
ayudante con el cuenco de la comida. Debido a que la salivación sólo podía
hacerse producido en respuesta a la comida, Pavlov razonó que el perro había
aprendido a hacer esta asociación Al hacer sonar una campana cada vez que se
daba de comer a los perros, Pavlov demostró cómo podían formarse nuevas
asociaciones entre estímulos y respuestas, aún con respuestas que era un reflejo
automático.
Los
estudios de Pavlov condujeron a la identificación de tres factores que influían
sobre el condicionamiento. El primero es la contigüidad, en que se establece
una conexión entre dos sucesos en el tiempo y el espacio. El segundo es la
frecuencia: la cantidad de veces en que un estímulo despierta una respuesta. Y
el tercero es el reforzamiento: fortalecimiento de la asociación aprendida.
Tanto Pavlov como Watson creían que el reforzamiento se producía a través de la
repetición de la conducta entre estímulo y respuesta: cuanto más se repitiera,
más fuerte sería la asociación.
Condicionamiento
operante
El psicólogo Edward Thorndike (1874 – 1949), ideó sus denominadas “cajas de
solución de problemas” que eran cajas donde los gatos podían escapar realizando
simples acciones. Se convirtió así en uno de los pioneros del condicionamiento
operante también llamado instrumental. Sus principales aportaciones fueron el
aprendizaje por ensayo/error y la ley del efecto. Sus estudios
sobre la conducta animal le permitieron desarrollar la teoría del conexionismo.
Desde el punto
de vista del teórico, trata de aplicar los principios de la psicología general,
la pedagogía y la metodología de las ciencias naturales a la situación de
enseñanza; sus objetivos de estudio son las diferencias individuales, el
aprendizaje y la ejecución, es decir, lo que se aprende.
Pero
el trabajo de B. F. Skinner (1904 –
1990) en la década de los cincuenta, fue quien hizo que se desarrollara aún más
el conductismo. Este autor identificó otra forma de asociación entre
estímulo-respuesta a través del método de aprendizaje que denominó
condicionamiento operante. Para Skinner el aprendizaje también podía resultar
de las consecuencias de una acción: los organismos tienden a repetir las
respuestas que producen resultados positivos y a no repetir las que producen
resultados negativos.
Para
Skinner, este mecanismo servía para construir una nueva acción a través de un
proceso que se llamaría moldeamiento de la conducta, donde se obtiene una
recompensa al realizar una acción parecida o similar a la que el operador
quiere que realice. La demostración de Skinner de que incluso una conducta
totalmente nueva podía ser entendida dentro del entorno conductista, reforzó en
gran medida su influencia en el enfoque global de la psicología. Skinner
utilizó el condicionamiento operante para justificar la novedad y lo inesperado
en la conducta humana.
Dado
que los psicólogos no obtenían los resultados esperados con la introspección,
la nueva escuela conductista tuvo una creciente y rápida aceptación, y muchos
psicólogos jóvenes en Estados Unidos se autodenominaron “conductistas”.
PSICOLOGÍA DEL HUMANISMO
A
mediados del siglo XX, el conductismo y la teoría psicoanalítica eran las
escuelas más influyentes en psicología. Sin embargo, resultaban poco atractivas
para muchos psicólogos. Las acusaban principalmente de ser “deshumanizadoras”.
A partir de la década de los cincuenta los opositores de estas dos escuelas se
aliaron formando así una escuela que denominaron “humanismo”, y que definieron
como un enfoque teórico que pone de relieve las cualidades especiales del ser
humano, sobre todo su libertad y su potencial de crecimiento personal.
La
psicología humanista se basaba en las revelaciones procedentes de la
psicoterapia, en que los pacientes (en especial quienes mejoraban), seguían
considerándose como seres humanos con intenciones, planes y ambiciones y no
como “ellos” o “superyós” batallando entre sí, o como sucesiones de conexiones
entre estímulos y respuestas y contingencias conductuales.
Destacamos
dos de los principales teóricos claves de esta escuela como son Abraham Maslow (1908 – 1970), quien se
dedicó al estudio de la motivación humana (entre otros temas) y Carl Rogers (1902 – 1987), quien
desarrolló un modelo de la personalidad humana y un enfoque de la psicoterapia
que enfatizaban la importancia de las propias decisiones, ideas y opiniones del
paciente.
Una
parte fundamental del enfoque humanista es la capacidad del hombre para su
crecimiento personal positivo y capacidad de cambio. El ser humano se esfuerza
para conseguir su propio desarrollo y satisfacer su potencial. Los problemas
aparecen cuando el esfuerzo se frustra ya que si no puede hacer algo, aparecen
la neurosis, los conflictos de personalidad e incluso los trastornos
psicóticos. De esta forma, los psicólogos humanistas consideraban el ejercicio
de la libre elección y el deseo como algo vitalmente importante para la
conducta psicológica sana del ser humano.
También
subrayan la naturaleza holística de la personalidad, rechazando la
representación fragmentaria de una mente en conflicto perpetuo consigo misma,
tal y como lo presentan los psicoanalistas y también rechazan la representación
atomizada de la conducta humana de los conductistas. Mientras carios factores
pueden combinarse para influir en una persona, ésta, sin embargo, es un ser
completo en sí mismo, con sus propias ideas y planes.
La
autorrealización es un concepto esencial dentro de este pensamiento y se
considera como realizarse uno mismo, desarrollando todas las capacidades. Para
Maslow, esto implica alcanzar un estado donde se satisfacen todas las
necesidades y los sujetos pueden desarrollar todo su potencial, pero para
Rogers no es tanto un objetivo como un proceso, considera que es algo
fundamental: todos intentamos desarrollar y hacer realidad nuestro potencial, y
ésta es una de las dos necesidades psicológicas básicas que deben satisfacerse.
La otra es la necesidad de que los demás tengan una opinión positiva sobre
nosotros.
La
escuela humanista del pensamiento ha proporcionado una de las formas más
positivas con que los psicólogos pueden considerar la motivación y personalidad
humanas, ha hecho que se considere la intencionalidad de la conducta humana (la
idea de que la gente a veces hace cosas porque así las ha planificado), ha
estimulado el desarrollo de metodologías cualitativas en psicología y, entre
otras, ha reintroducido el concepto de persona como un todo global en
psicología.
Con
este nuevo enfoque se han establecido los fundamentos de muchos de los cambios
radicales que han ocurrido en la psicología durante el último tercio del siglo
XX.
PSICOLOGÍA DEL CONGNITIVISMO
A
finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, el desarrollo en las
comunicaciones y, posteriormente, en la informática hizo que creciera el
interés en la forma en que el ser humano procesa la información. El rápido
crecimiento de la tecnología de defensa durante la Segunda Guerra Mundial,
estimuló la investigación psicológica en los procesos cognitivos del hombre.
El
enfoque del procesamiento de la información supuso una alternativa atrayente
frente a las limitaciones del conductismo y adquirió con rapidez una gran
popularidad. El crecimiento de la psicología cognitiva continuó durante los
años sesenta y ochenta. La investigación cognitiva exploró muchas facetas
diferentes de la vida mental, como la utilización de imágenes en la
representación, los procesos de toma de decisiones y la resolución de problemas
y el razonamiento.
Se
realizaron muchos cambios de los enfoques anteriores que llegaron a conformar
lo que conocemos como revolución cognitiva. Entendemos la cognición como los
procesos mentales con que se obtiene el conocimiento, es decir, incluye el
pensamiento o al experiencia consciente. Durante décadas se olvidaron un poco
los procesos mentales “inobservables” dejándose llevar por el conductismo, pero
todo cambió con los trabajos de Noam
Chomsky (1928-) que reavivaron el interés por las bases psicológicas del
lenguaje y la investigación del psicólogo suizo Jean Piaget (1896 - 1980), quien atrajo la atención al estudio del
desarrollo cognoscitivo del niño.
Vamos
a centrarnos un poco más en los adelantos de Jean Piaget. A Jean Piaget, en la evolución de los conocimientos en el niño, lo que le
interesó fue la aparición de nuevas formas o estructuras mentales. Pero podemos
preguntarnos qué son para Piaget las diferentes estructuras de nuestro
conocimiento. Para responder a ello, conviene recordar lo que he denominado los
tres postulados de base de la su teoría: El primer postulado consiste en
situar, principalmente, el origen de los conocimientos empíricos en nuestras
acciones y en los efectos que producen. El segundo postulado de Piaget, consiste
en situar el origen de las diferentes estructuras lógicas que sostienen las
conductas sensorimotoras del bebé en la organización de nuestras acciones en
sistemas, las estructuras coordinadoras.
El tercer postulado, consiste en
considerar las operaciones lógicas que fundamentan nuestros juicios y
razonamientos como el resultado de la coordinación de acciones interiorizadas,
o más concretamente, las coordinaciones generales de las diversas categorías de
acciones interiorizadas.
Este
autor propone una serie de etapas de
desarrollo en los seres humanos, donde cada periodo se caracteriza por la
presencia de ciertos procesos y estructuras mentales, que maduran y se fortalecen
para permitir el paso a la siguiente etapa:
Etapa sensoriomotora (nacimiento hasta los 2 años
aproximadamente) Al nacer, el mundo del niño se enfoca a sus acciones motrices
y a su percepción sensorial. Cuando termina el primer año ha cambiado su concepción
del mundo, reconoce la permanencia de los objetos cuando se encuentran fuera de
su propia percepción. Otros signos de inteligencia incluyen la iniciación de la
conducta dirigida a un objetivo y la invención de nuevas soluciones. El niño no
es capaz de elaborar representaciones internas, lo que se supone como
pensamiento; no ha desarrollado el lenguaje, su inteligencia se considera como
preverbal. En la última etapa de este periodo se refleja una especie de
"lógica de las acciones", es decir, que la actividad está motivada
por la experimentación.
Etapa preoperacional
(2 a los 7 años, aproximadamente) En la transición a este periodo, el niño
descubre que algunas cosas pueden tomar el lugar de otras. El pensamiento
infantil ya no está sujeto a acciones externas, comienza a interiorizarse. Las
representaciones internas proporcionan el vehículo de más movilidad para su
creciente inteligencia. Las formas de representación internas que emergen
simultáneamente al principio de este periodo son: la imitación, el juego
simbólico, la imagen mental y un rápido desarrollo del lenguaje hablado. A
pesar de importantes adelantos en el funcionamiento simbólico, la habilidad
infantil para pensar lógicamente está marcada con cierta inflexibilidad, es
altamente egocentrista.
Etapa de operaciones concretas (7 a los 11 años aproximadamente) El
niño se hace más capaz de mostrar el pensamiento lógico ante los objetos
físicos. Una facultad recién adquirida, la reversibilidad, le permite invertir
o regresar mentalmente sobre el proceso que acaba de realizar, una acción que
antes sólo había llevado a cabo físicamente. El niño también es capaz de
retener mentalmente dos o más variables, cuando estudia los objetos y
reconcilia datos aparentemente contradictorios. Estas nuevas capacidades
mentales se muestran mediante un rápido incremento en sus habilidades para
conservar ciertas propiedades de los objetos, número y cantidad, a través de
los cambios de otras propiedades, para realizar una clasificación y
ordenamiento de los objetos. Las operaciones matemáticas surgen en este
periodo. El niño se convierte en un ser cada vez más capaz de pensar en objetos
físicamente ausentes, apoyado en imágenes vivas de experiencias pasadas. Frente
a los objetos, los niños pueden formar jerarquías y entender la inclusión de
clase en los diferentes niveles de una estructura. Para hacer comparaciones,
pueden manejar mentalmente y al mismo tiempo: la parte o subclase, y el todo o
clase superior.Los niños de 7 a 8 años muestran una marcada disminución de su
egocentrismo, se vuelven más sociocéntricos. A medida que muestran una mayor
habilidad para aceptar opiniones ajenas, también se hacen más conscientes de
las necesidades del que escucha, la información que tiene y de sus intereses.
Entonces las explicaciones que elaboran los niños están más a tono con el que
escucha. Cualquier discusión implica ahora un intercambio de ideas. Al estar
consciente de los puntos de vista ajenos, el niño busca justificar sus ideas y
coordinar las de otros. Sus explicaciones son cada vez más lógicas.
Etapa de las operaciones formales (11 a los 15 años aproximadamente) Esta
etapa, se caracteriza por la habilidad para pensar más allá de la realidad
concreta. La realidad es ahora sólo un subconjunto de las posibilidades para
pensar. En la etapa anterior desarrolló relaciones con interacción y materiales
concretos; ahora puede pensar en relación de relaciones y otras ideas
abstractas, como proporciones y conceptos de segundo orden. El niño de
pensamiento formal tiene la capacidad de manejar, a nivel lógico, enunciados
verbales y proposiciones, en vez de objetos concretos únicamente. Es capaz
ahora de entender plenamente y apreciar las abstracciones simbólicas del
álgebra y la crítica literaria, así como el uso de metáforas en la literatura.
A menudo se ve involucrado en discusiones espontáneas sobre filosofía,
creencias, comportamientos sociales y valores, en las que son tratados
conceptos abstractos.
Cada uno de dichos estadios se caracteriza, pues,
por la aparición de estructuras originales, cuya construcción le distingue de
los estadios anteriores. Lo esencial de esas construcciones sucesivas subsiste
en el curso de los estadios ulteriores en forma de subestructuras, sobre las
cuales habrán de edificarse los nuevos caracteres. De ello se deduce que, en el
adulto, cada uno de los estadios pasados corresponde a un nivel más o menos
elemental o elevado de la jerarquía de las conductas.
Piaget
fue el principal representante de la psicología del cognitivismo por muchas
aportaciones al campo de la psicología. Aquí hemos detallado las que más
relevancia tuvieron.
Si
seguimos con aportaciones de otros autores, más o menos por esa época Herbert Simon y sus colegas iniciaron
la innovadora investigación sobre la solución de problemas que a la postre le
valió un premio Nobel a Simon. Desde entonces, para los teóricos cognoscitivos,
la psicología debe estudiar los procesos mentales internos si quiere entender
plenamente la conducta ya que concentrarse sólo en la conducta externa nos da
una imagen incompleta de las causas del comportamiento.
El
periodo comprendido entre 1950 y 1960 presenció muchos descubrimientos que
pusieron en relieve las interrelaciones entre la mente, el cuerpo y la
conducta. El psicólogo James Olds
(1956) demostró que la estimulación eléctrica del cerebro podía producir
respuestas emocionales como el placer y la ira en los animales. Roger Sperry (1981), recibió un premio
Nobel por su trabajo al comprobar que los hemisferios derecho e izquierdo del
cerebro se especializan en varios tipos de actividades mentales. También fueron
galardonados con dicho premio David
Hubel y Torsten Wiesel, cuyos
trabajos hablaban de cómo las señales visuales son procesadas en el cerebro.
Sin
embargo aparecieron dos limitaciones de la revolución cognitiva que se hicieron
evidentes de forma gradual. Una era la forma en que el énfasis en la
investigación de laboratorio tendía a excluir otros métodos de investigación.
Da forma paulatina, los psicólogos se dieron cuenta de que los métodos de
laboratorio sólo podían estudiar un rango limitado de la conducta humana, y se
ejerció más presión sobre los métodos más válidos ecológicamente para
investigar los actos y pensamientos del individuo. Métodos que podían reconocer
la complejidad de la conducta humana en la vida cotidiana.
La
segunda limitación era la influencia progresiva de la metáfora informática de
la psicología cognitiva. Durante los primeros años de la revolución cognitiva,
investigadores habían demostrado que los factores personales y sociales también
influían en los procesos cognitivos. Pero, a medida que las teorías de
psicología cognitiva fueron asimilando la idea de que el cerebro humano
funcionaba “como un ordenador”, estos conceptos fueron cayendo en desuso o se
ignoraron.
Sin
embargo, el cambio que la revolución cognitiva supuso para la psicología fue
muy grande y los investigadores de otras ramas de la psicología también se
interesaron en conocer cómo la gente da sentido a sus experiencias.